Thursday, July 7, 2011

La Moza de Los Azores




Supe que me querías como no saberlo,

Cuando te espie abrazando

Mi vestido blanco almidonado

Que vibraba colgado sobre la colina.

Mi dicha agudizaba

El azul celeste, el azul marino.

No te lo dije por pudor aquel dia

Que por el  cura en la capilla entre

Serafines burlones y flores resecas

Quedo despojada mi inocencia.


Desde la vereda al puerto

Divise las velas blancas que te llevaba

Salpicando espuma como finas lagrimas.

Ya toda una vida ha pasado, amigo

Desde que te rendi a las Americas

Pero aun me sigo preguntando

Que hubiese sido si no fuese tan orgullosa

Me lo pregunto y me lo respondo

Mas  vale  asi,  que me recuerdes moza.

                                                                                                                                                               Antonia Baranov



Recordando al Che en la visita del Papa a la Habana

                                     


Tus ojos abiertos en la Higuera

Sobre una tabla alzada como altar

Sin ceremonia alguna te pusieron,

Tu pecho blanco y fino como ostia

Ritualmente  repartida entre

un cortejo de campesinos.

Como una hermana  hubiese querido

Hacerte los ultimos obsequios,

Y por respeto con dos monedas

Tapar tus parpados abiertos.

Cristo en camino al calvario

No fue mas  manso,

Ni mas digno en su agonia.

Dice el  testigo campesino

Observando  la marcha atroz hacia La Higuera

Que aun en tu gran sed ofreciste

El vaso de agua a tu companero  preso

Asi en los pequenos actos

Se conocen los hombres.

El Papa llego  hoy a la Habana,

(Quien lo hubiese creido amigo!)

No te menciona por cierto

Y el Tigre tampoco lo considera prudente.

Pero yo te recuerdo en este dia

con tus grandes ojos sonalientos

tramando revoluciones tan simplemente

como campesino sembrando huertos.

En este Annus Domini, te saludo

en la larga marcha por los campos

de Santa Clara camino hacia la Habana

Joven eterno y revolucionario  pulcro

Y aun en muerte se alarga tu exilio.

                                                                                                                                                                           Antonia Baranov

Monday, July 4, 2011

Maiquetia a Orly y Vuelta

                      







   Olas verdes de loros chillaban al amanecer tan común
  
    pensé como los gorriones de Francia lo serán mañana.
  
    Pero recuerdo  la última noche contigo dormido tan quieto
    
    como la escultura del Cristo en el regazo de la Mater Dolorosa.
    
    Lo absurdo de la comparación no me escapa aun entonces,    
   
     tu, mi amante casado y yo de apenas quince años.

     No está en claro que vamos a tener otra noche como esta,
   
      a través mis células absorbo tu presencia, tu respiración misma.
  
      Presiento el ritmo armonioso de tu sangre en tus venas finas
 
      tan distinto al mio, errático como de ave en vuelo.

     Ya me  he despedido del Ávila, mi montaña protectora
    
      miro fijamente el mar antillano tan azul que parece tinta negra,
    
      en la memoria grabo tu silueta reflejada por velas en la pared opuesta
  
     pero ahora me pareces tener el perfil de un guerrero caído en batalla.
   
  
    He empacado y desempacado mis maletas, dejándolas

    abierta varios días para que todos en la familia

   al estilo ruso opinen y argumenten sobre el contenido.
   




  Mi abuela pone calladamente comestibles para el largo viaje.
    
  Ella no se imagina que voy a ser bien alimentada  en París.

  Una batalla silenciosa se desarolla entre nosotras como
    
   lo habría sido  con mi madre si estuviese viva pero por otras causas.
      
   su lenguaje corporal, mientras doy los abrazos de despedida

   señala su victoria, me  canso del juego que siempre pierdo con ella

   Pero a la vez me hace gracia en su persistencia, mi abuela.
 
   Me apresuro hacia Maiquetía  que ya se hace tarde.

   En un extremo del terminal se encuentra  mi padre y
 
  del otro, en una tregua temporal, cortes, mi amante.
  
  Parecen generales del Siglo XVIII  que antes de una batalla

  convocan los términos del compromiso.
  
   
  Me reparto de uno al otro, cada cual con su obsequio..
 
  Un reloj de mi padre y de el una pulsera tallada de oro.
  
  El avión  de Francia llega y taconeo mi angustia.

  Me pregunto  si debiera huir contigo hacia Caracas? 

  Pero esta vez me digo que no, Paris espera!
 
  Me dices en sottovoce , me olvidaras!
  
  No sé qué ofrecerte en mi lugar, se me ocurre en cortar
 
  mi trenza pero me parece  un gesto exagerado y vacio.

  Mi padre siendo extranjero llora abiertamente.

  Mi dolor  se hunde como rio helado que no fluye.

  Y tu, al final tan silencioso y retraido.





Hice en Paris lo que  solian hacer  las jóvenes de mi clase,

Asistir a L'Opera, Comedie Francaise, el Louvre, el Jeu de Paume. Y no hay que

olvidar el Musee Rodin  y después tomar el te y la merienda a la Patisserie Ruc.

Botas , guantes,y bufandas, se compraban a Hermes en el Faubourg St Honore

 igual que mi madre lo había hecho. Por el momento hago el papel de

nina correcta , ”comme il faut”. Pero detrás de todo estaban tus cartas..
 
y detrás de las cartas, tu, que me esperas.

Pero me escapé del internado  no me acuerdo precisamente porque,

Puede que  considere mi francés suficientemente pulido para Paris.                          

Hasta el alba me escondi  en un confesional de la Madelaine

y después me entretuve en las salas de espera en la Gare Salazaire.

 Le  expliqué  al Sr. cónsul que era mi anhelo de inscribirme en la Sorbonne.

 Casi me  tuve que escapar de nuevo, pero nos comprometidos asentarme

 lo que fue un hotel privado en Montparnasse, 14 Rue de Stanislas.

Tome como buen signo que el nombre de la calle era la de mi padre.

 En los cafes se reunian ancianas que habían sido las modelos de

 famosos pintores Modigliani, Matisse y, más recientemente, Soutine.
                                         .
 Conoci  artistas extranjeros  que se hicieron cargo de mi educación estética,

 me vigilaban y protegian aun de ellos mismos, siendo mis chaperones

  por todos lados y sin embargo fui modelo brevemente, un experimento.

 

Tu dejaste de escribir las cartas que me nutrian. Esperé en mi hotel

día tras día por el correo, la Poste de cuatro-treinta de la tarde.
  
pero  nada en cuatro meses de ti, ni una palabra.

¿Sabes que eternidad es cuatro meses para una nina de quince años?


Luego, el día de mi cumpleaños  me enviaste un ramo de rosas amarillas.

 Amarillas? Me pregunte! Para mi el color tuvo significado siniestro.



Finalmente me agoto tu silencio. Conoci a un joven escritor que de Espana

me trajo un libro de poesias. Mi único requisito en elegirlo que fuese lo mas

diferente de ti posible. Vivíamos en apartamentos gratuitos de una condesa,

Mme.de Santis, companera de convento  de mi madre, con la sola condición

que nos salieramos sin  aviso, de un  día al otro. Parecía vida de alondras.

 Cuando te enteraste de mi nuevo amante amenazaste con venir a Paris

 Pero te  hui en tren  hacia Barcelona y por barco a Mallorca.

Pero  alli tambien  las arreglaste para encontrarme y como pretexto

traducir un poema que me habías prestado .El tema del poema

se trataba del desafio  entre dos hombres por una mujer.

Tu intención  era obvia, corte todo contacto contigo. Me devolvi
 
  en silencio a París, pero no hubo un dia o una hora que no te tuve

en  mente. Pasó un año asi  y hice planes para mi regreso a Venezuela,
 
para resolver diversos asuntos de familia y cargaba ya en el vientre
 
un hijo que debiese  sido tuyo.
 
De nuevo en Maiquetía al mirar a la multitud en espera vi en breve

 una figura, vestida de blanco vela, y supe enseguida que eras tu

 el encuentro  llegó muy pronto, ese misma dia.

 Me llevaste a cada sitio donde nos reuníamos clandestinamente
                                                                                                                                                        incluso el lugar mismo, donde una vez  confundi   los reflejos
 de luces urbanas  en el parabrisas, con  una constelación de estrellas.



Tambien me llevaste a la  Finca De San Martin todavía privada

donde  nos reuniamos después de las salida del liceo y ahi sentados

en un banco me hablabas de las hazañas de Paez y Bolivar y lo que

contaban los esclavos sobre la condesa  que allí en exilio vivía.

Decian las malas lengua que un esclavo tenia de amante mentían

Era casta como monja y una vez al ano  por respeto

bajaba de su recamara  a tomar un brindis con el conde, su marido

  
Hiciste todo para conmoverme esa noche, me suplicaste que

no te dejera y hasta te ofreciste a ser  padre  de mi hijo . 
 
 Nada pude aceptar de ti, ni un vaso de agua , estaba regida

 Era un código simple escrito en la sangre que el hijo

Pertenecía al padre.

Pero tu te valias de la vieja ley romana: el marido de la mujer

 es el padre del hijo y no  importa el vinculo de la consaguinidad.

En eso eras menos primitivo que yo.

Anos mas tarde, cuando deje el padre le entregue mis hijos ....

En ese segundo encuentro no quisiste aceptar mi sacrificio, pensabas
 
que no podría superar el dolor . En eso tuviste razón, no lo pude.

Me convertí en lo que soy hoy en dia, alguien que ha  pasado por el fuego

  y vuelto.   Es tarde en el día para estas cavilaciones amigo,

  pero aquí estoy todavía.


                                                      Antonia Baranov