No se
si fue una alucinación el sonido de hélices,
o el lodo debajo
que se fundia y a la lejania el Avila y
en sus faldas
veía los jardines de la Finca de San Martin.
Alli en el mismo
banco nos encontramos en que
Paez entre
batallas lo hacia con su enamorada.
En mi
inocencia te contaba todo y
ni siquiera
te oculte cuando se hizo mi amante.
Tu seguiste fingiendo indiferencia.
Pero al
siguiente dia me pasaste en la calle
casi rozándome
sin mirarme. Me voltee para seguirte
de vista. Y
como la esposa de Lot me converti en columna de sal…
El tiempo no
pasaba, la sangre no fluia.
Lo que
trajiste del llano se quedo en el llano.
El cielo
inmenso y azul como ningún otro.
El sonido
raspado del cuatro, el grito nocturnal del jabalí
La culebrita
tierna en tu mano.
Y día tras
día el llanero emprendia
la caza del jaguar sin apercibir
que este a su vez sigilosamente lo seguía.
Al descender hacia ese barro pasaba mi vida
Los tonos sagrados rezumbaban en mi ser
Me recorde todo, todo menos de tu
nombre.
Antonia Baranov